Entre el municipio de La Paz y Valledupar, en el norte del departamento del Cesar, florece una nueva sede de la Universidad Nacional de Colombia. Una sede que, como centro de investigación y formación a nivel superior, beneficiará a los habitantes de esta región pujante, rica en cultura, con una amplia biodiversidad clave no solo para el desarrollo científico y social de la región Caribe, sino también para todo el país.
A pesar de la riqueza e importancia de esta gran región, históricamente el acceso a la educación superior pública ha sido muy restringido. Nuestra nueva sede llega para apoyar y construir nuevas rutas académicas, una formación al más alto nivel y el desarrollo de proyectos de investigación pertinentes y de gran impacto social, en colaboración permanente con la Universidad Popular del Cesar para fortalecer el desarrollo territorial.
Siendo conscientes del potencial de la región, un grupo de destacados miembros de la comunidad cesarense, entre ellos algunos egresados de nuestra Universidad Nacional, líderes sociales y autoridades administrativas, acudió a nuestra alma mater para estrechar los vínculos e iniciar el ambicioso proyecto de darle vida a una nueva sede de la Universidad Nacional. Desde aquel entonces, la iniciativa fue respaldada por los entonces rectores Moisés Wasserman e Ignacio Mantilla, quienes pusieron todo su empeño y capacidad de gestión para hacer realidad este importante proyecto. Como mis antecesores, estoy convencida de la fundamental contribución que debe hacer nuestra nueva sede a la región Caribe colombiana. Creo que la presencia de la Universidad en los territorios a través de sus sedes es un reconocimiento al valor de la diversidad y la diferencia contextual, además de ser un aporte más a la construcción de identidad y propósitos comunes capaces de fortalecer el proyecto de nación con el que está comprometida nuestra institución. Cada una de las sedes de la Universidad Nacional es motor de fortalecimiento institucional y desarrollo de tejido social y científico para los territorios en donde ejercen su influencia.
El pasado lunes, un grupo de directivos de la Universidad recibimos las instalaciones de la sede de La Paz, la novena sede de la Universidad Nacional, de manos de las autoridades regionales. Esto representa una gran inversión económica por parte de la región y una nueva oportunidad para que, mediante la cooperación con los gobiernos locales, la industria y las demás universidades del sector, continuemos trabajando para dar soluciones a las necesidades más apremiantes de las comunidades que habitan ese gran territorio.
Y digo que continuaremos trabajando por la región porque, efectivamente, llevamos varias décadas haciendo investigación y desarrollo junto con las comunidades del Cesar. En los últimos 20 años, de los 913 grupos de investigación con que cuenta la Universidad Nacional, 36 han desarrollado actividades de investigación en ese departamento, generando cientos de resultados académicos de diversa índole que incluyen libros, artículos, informes y documentos técnicos, publicaciones resultantes de la formación en especialidades médicas, trabajos de grado y tesis de maestría y doctorado, con la biodiversidad y la conservación como los temas más abordados por nuestros investigadores. Asimismo, durante el año 2017 y lo que va del año 2018 se han ofertado 56 programas de formación en el campo de la educación continua y permanente, en la que se cuentan cursos de actualización, diplomados, coloquios, encuentros, simposios, congresos y eventos, entre otros, en los cuales se han registrado más de 4.000 personas beneficiadas de la región Caribe.
La presencia de la Universidad Nacional en la región ha potenciado la participación de las comunidades con la generación de proyectos que se ejecutan de manera participativa, vinculando actores regionales. Estas comunidades son principalmente indígenas, comunidades educativas de instituciones públicas, redes de mujeres constructoras de paz, de vivienda rural para organizaciones locales, entre otros temas. En los últimos meses hemos diseñado proyectos relacionados con cultivos regionales, como ñame, yuca y plátano, sumados a proyectos productivos para comunidades víctimas y desmovilizados, oportunidades laborales para discapacitados, entre otros. En este sentido, el trabajo que por varios años ha llevado a cabo la Universidad Nacional en el departamento del Cesar ahora tiene sede propia gracias al empeño de la misma comunidad.
Sin embargo, aunque recibimos las instalaciones, la inauguración oficial de la sede con la indispensable apertura de carreras universitarias se llevará a cabo única y exclusivamente cuando dispongamos de los recursos prometidos por el Gobierno Nacional para la conformación de la planta docente de la sede de La Paz. Por el momento, en el momento, en el año 2019, la Universidad comenzará con la admisión de estudiantes de la región mediante el Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (Peama) en 74 programas. Estos estudiantes iniciarán sus estudios en la sede por máximo cuatro semestres y viajarán a completar sus estudios en las sedes de Bogotá, Medellín, Manizales o Palmira.
La puesta en marcha de nuestra sede de La Paz no debe ser un esfuerzo aislado de la Universidad. Es un trabajo conjunto mediante múltiples alianzas entre el sector productivo, los gobiernos locales y nacionales, y las demás instituciones de educación superior para construir entre todos un mejor país, en donde nuestros jóvenes encuentren mayores oportunidades para el desarrollo creativo y ético de sus altas capacidades.
* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.
Por: Dolly Montoya
@DollyMontoyaUN